Domingo,
05 Junio 2016 00:00 SÉPTIMO DÍA Visitas: 3352 La zona cero, un campo de investigación universitaria
Alumnos de carreras afines a
la construcción acuden a Manta para analizar la problemática de las
infraestructuras.
Mario Rodríguez
“Son inmemorables las veces
que Salomón Jaya estuvo en Tarqui. En sus cerca de 40 años como docente en la
carrera de Ingeniería Civil en la Universidad Central, este profesional en el
área de la construcción llegaba a Manabí con grupos de alumnos para estudiar
las diversas estructuras de la zona.
Tarqui siempre fue su punto
de llegada. La recuerda bullanguera, pintoresca, siempre con gente que tenía
mil y una historias por contar. En diciembre pasado tuvo uno de esos tantos
trabajos de campo con alumnos del último semestre de la carrera. Llegaron al
hotel Panorama Inn. Entre los futuros ingenieros estaban Carolina Trujillo y
Diana López.
Cinco meses después, en los
primeros días de mayo, los tres volvieron, pero con un entorno totalmente
diferente. Tarqui está decaída, silenciosa y sin vida. El gris de los
escombros predomina. Perdió su colorido. El terremoto del pasado 16 de abril se
lo arrebató en 42 segundos.
Ellos fueron parte del
primer grupo de Ingenieros Civiles y alumnos que recorrieron la zona cero de
Manta como parte de un convenio entre el Municipio y la Universidad Central de
Quito para realizar estudios en las estructuras del lugar.
Serán 200 alumnos los que
visitarán hasta mediados de junio la localidad para analizar las posibles
causas de la caída de las edificaciones. Mientras avanzaba, Jaya paraba en
prácticamente cada casa o edificio que veía. “Este se cayó por falla de
oxidación de los aceros”, dijo el profesional, mientras observaba las vigas de
una vivienda. “Este edificio colapsó por suelo... este por estructura,
aunque el suelo también tuvo mucho que ver”, eran las observaciones del docente.
La zona está irreconocible.
Pero Jaya se paró en una esquina y dijo: “aquí estaba el hotel Panorama Inn,
donde siempre me quedaba”. En este lugar pernoctaron en diciembre con las
alumnas Trujillo y López, quienes ya egresaron de la carrera.
Entre las primeras cosas que
hicieron fue tomar una foto fuera de lo que hasta hace poco más de un mes era
uno de los hoteles más tradicionales del lugar. Ambas chicas recordaron a
Tarqui como una zona llamativa, muy comercial.
Para ellas, el llegar a una
zona afectada por un terremoto es una gran oportunidad para poner en práctica
mucho de lo aprendido en las aulas. “El escenario es devastador, porque
hasta que no se ve todo de cerca, no se siente el real impacto. No se compara
en lo mínimo con lo que se ve en las noticias hasta que se palpa”, resaltó
López. Con respecto a las construcciones dijo que “es impresionante ver cómo se
afectaron hoteles que parecían bien diseñados. Lo que evidencia que la mayor
falla ocurrió en las columnas”.
Para Trujillo, “esta oportunidad
nos permite implementar técnicas que nos ayuden a evaluar una estructura, para
así poder dar una evaluación certera de lo que ha sucedido”. Jaya y sus
estudiantes tomaron otra foto en el Café Manabita, restaurante que no tuvo
mayores afectaciones en el terremoto. “Aquí desayunábamos. Con cada grupo que
venía, aquí era fijo comer algo rico”, aseveró el docente, quien con flexómetro
en mano tomaba medidas de más de una de las estructuras.
En una de las esquinas
encontró dos particularidades en las construcciones de antaño: había arena en
la parte baja del pilar y dentro del encofrado de cemento, la viga era de
madera. Así, varios profesores caminaban por la zona cero. El de Técnicas
de Corrección y Topografía, Mario León, recorrió Tarqui tal como lo hacía desde
2003 hasta 2007, lapso en el que vivió en Manta por trabajo. “Es una pena ver
este sector así, este era el motor comercial del puerto y ha quedado en
ruinas”, manifestó.
Fernando Sempértegui, rector
de la Universidad Central, destacó el nexo creado con el Municipio mantense, en
especial por el campo de estudios que se ha creado tras el terremoto. El
catedrático resaltó que en primera instancia llegaron hasta el puerto manabita
alumnos de otras carreras. “Un área sísmica tiene increíbles novedades. Primero
la afectación humana. Por eso lo primero que enviamos fueron médicos,
cirujanos, luego vinieron los rescatistas, psicólogos y varias toneladas de
víveres”.
Explicó que los alumnos
realizarán el análisis de lo sucedido y subirán los datos a la plataforma
creada para este tema. “Sobre la base de esta información, que esperamos
tenerla en poco más de un mes, desarrollaremos nuevas estrategias para emplear
en la zona”.
Sempértegui destacó que el
escenario de un sismo es único y “puede ser un campo de formación
extraordinario de nuevos expertos que puedan asistir en eventos similares, pero
claro, ojalá no sea en el país”.
Cecilia Flores es la decana
de la Facultad de Ingeniería, Ciencias Físicas y Matemáticas. Tras lamentar el
panorama que vio en Tarqui, acotó que “enfocados en el campo de la ingeniería,
podemos decir que tenemos un gran laboratorio para producir mucho conocimiento.
A través de esta penosa situación se pueden producir muchos temas de
investigación. No solo en elementos estructurales, sino también en los no
estructurales”.
La profesional puso como
ejemplo a Bahía de Caráquez, localidad que sufrió un terremoto en 1998 y no se
tomaron las medidas preventivas para otro acontecimiento
similar. “Podríamos pensar que la infraestructura de Bahía fue muy
flexible (favorable para un terremoto), pero las paredes no”.
Para Jorge Zambrano, alcalde
de Manta, “tras el terremoto saldrán especialistas sísmicos, estructurales para
zonas de riesgos. Tenemos que producir profesionales que se preparen para estos
eventos”.
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