El sábado 29 de junio el presidente de la República, Rafael Correa,
en su mensaje semanal, habló durante unos minutos de algo que tiene gran
trascendencia a nivel nacional y estratégico: hizo referencia a la
compra hecha por el BIESS de un software para su funcionamiento, a la
vez que reprochó la decisión de haber comprado ese software en el
exterior. No sé muy bien si detrás de su mensaje estaba únicamente un
reproche concreto a una decisión concreta o si detrás del mismo había un
mensaje mucho más profundo que pretendo analizar en esta columna.
La llamada economía del conocimiento a la que prefiero llamar
capitalismo cognitivo (Fumagalli, 2010) se caracteriza por tener al
conocimiento como eje central que vertebra la actividad económica y por
tanto la sociedad en su totalidad. Sin conocimiento no funcionan las
grandes empresas, no funcionan los bancos o los Estados modernos y la
información como portadora de conocimiento es uno de los valores más al
alza a nivel global. No en vano las empresas que más rápido suben su
cotización en los índices bursátiles son las relacionadas con la
tecnología y el conocimiento y son esas mismas empresas las que luego
son usadas por Estados sin escrúpulos para espiar a la ciudadanía o a
otros Estados, violando los más elementales principios de privacidad
como ha sucedido en el caso Snowden.
El talento humano relacionado con la tecnología (en Ecuador) es muy grande...Ecuador
vive un momento histórico en el que debido a medidas concretas sobre el
control de los recursos estratégicos como el petróleo, las aguas, la
energía y en general los recursos naturales, está llevando a cabo
políticas sociales tangibles que están reduciendo la pobreza y
aumentando la protección social. Al haber sido capaz de despertar de esa
“larga y triste noche neoliberal” el Ecuador avanza en un proceso de
modernización de las estructuras del Estado que, al tenor de los datos
de las últimas elecciones presidenciales, contentan a una amplia mayoría
de la población.
El control democrático de los recursos naturales y materiales
estratégicos se presenta clave en esta “revolución ciudadana” y parece
que esto está claro dentro del equipo de gobierno del país. Sin embargo,
no está tan claro que el control de los recursos cognitivos forme parte
de las prioridades asumidas por el equipo de gobierno al tenor, al
menos, del dato del que se informó el sábado 29 del mes anterior.
El software, es decir, los programas informáticos que dan soporte a
los procesos tanto industriales como de gestión, entre otros muchos, es
uno de los elementos básicos de esos activos cognitivos. Para
entendernos, el software es el conjunto de instrucciones de una receta
para que el cocinero (computadora) prepare un determinado plato (sistema
informático). El control de esas instrucciones es vital para una
organización y no se diga para un Estado. No en vano las empresas
tecnológicas a las que antes me refería, guardan como un tesoro los
elementos de software que las hacen ser competitivas, algo parecido a lo
que desde hace años hace una bien conocida empresa de gaseosas.
La tecnología material es costosa (como ejemplo el proyecto Pegaso) y
no es fácil que un país como el Ecuador acceda rápidamente a una
tecnología de este tipo. Se requiere de una fuerte inversión y de mucho
tiempo para eventualmente poseer tecnología material suficiente para
producir aviones, trenes o satélites. Sin embargo, el software, como
elemento tecnológico intangible tiene un tiempo de adopción tecnológica
mucho más corto que puede dar un potencial muy grande a una organización
o en este caso a un Estado.
Durante mi estancia en el Ecuador he podido comprobar que el talento
humano relacionado con la tecnología es muy grande, que aunque hay
muchas cosas que mejorar, se está en una situación bastante buena y que
con no demasiado esfuerzo se podrá tener un buen grupo humano nacional
para alimentar ese sueño que poco a poco se materializa como la ciudad
del conocimiento (Yachay). Está en un péndulo la decisión de si hacer
que ese conocimiento sea propio y controlado democráticamente y por
tanto se transforme en elemento estratégico de soberanía, o si se hará
que vengan nuevos conquistadores cognitivos para apropiarse de los
recursos del pueblo ecuatoriano. ¿Qué pensaría Eloy Alfaro?
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